20 октября 2007
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Юрий Афанасьев: `Еn Rusiа nо sе рuеdе сritiсаr аl роdеr, роrquе si lо hасеs tе реrsiguеn judiсiаlmеntе о tе mаtаn`

Montesquieu ha muerto (Alfonso Guerra)
В испанской El Mundo опубликовано интервью Ю. Афанасьева, подготовленное московским корреспондентом газеты Д. Утрильо
 OPINION
EL MUNDO QUE VIENE / YURI AFANASIEV
"En Rusia no se puede criticar al poder, porque si lo haces te persiguen judicialmente o te matan"
COMPROMETIDO CON SU PRESENTE, ESTE RECONOCIDO HISTORIADOR FUNDO CON YELTSIN EL MOVIMIENTO "RUSIA DEMOCRATICA" CUANDO LA URSS AGONIZABA. HOY CONTEMPLA CON ESTUPOR EL VIRAJE AUTOCRATICO DE RUSIA Y CREE QUE TARDARA EN REPETIRSE UNA OPORTUNIDAD DEMOCRATIZADORA COMO LA QUE SUPUSO LA "PERESTROIKA"
DANIEL UTRILLACARGO: Historiador, ex rector de la Universidad de Humanidades y de los Archivos Históricos de Moscú / EDAD: 77 años / FORMACION: Licenciado en Historia / CREDO: Aspirar a la comprensión de lo existente y verdadero / AFICIONES: El tallado de madera / SUEÑO: Ver realizado su modelo de educación universitaria contemporánea, donde prime la formación del estudiante como persona Este hombre tranquilo movió a las masas, las convocó y desfiló con ellas por las calles de Moscú cuando el aire fresco de la apertura abanderada por Gorbachov alborotaba las almas liberales a finales de los años 80. Diputado popular entre 1989 y 1993, Yuri Afanasiev actuó de comadrona en el parto de libertades y, mano a mano con Boris Yeltsin y el disidente Andrei Sajarov, cofundó el movimiento Rusia Democrática, una coalición de asociaciones, ciudadanos y partidos que somatizó las ansias populares de libertad en los estertores de la URSS. Liberal y antidogmático, hoy ve cómo aquella feroz hinchazón ciudadana se desinfla y yace derrotada, como la piel de lobo que cubre un rincón del salón de su apartamento, a pocos metros de la Universidad Estatal de Moscú, su verdadera guarida.Con un ojo puesto en el pasado y otro en el futuro, Afanasiev repudia el dogma soviético, critica el libertinaje oligárquico del yeltsinismo y ahora se revela contra la ideología oficial del "Estado-corporación" de Vladimir Putin. El que fuera rector de la Universidad de Humanidadades moscovita cree que hoy se manifiestan los peores vicios de la URSS y escribe un libro sobre la reactivación del estalinismo en Rusia.PREGUNTA.- Putin ha anunciado que encabezará la lista del partido Rusia Unida en las legislativas de diciembre y que no descarta ser primer ministro tras dejar la presidencia en 2008, cargo desde el que podría aspirar a volver al Kremlin. ¿Aclara esto el misterio sobre su sucesión?RESPUESTA.- Esto es una prueba de la extrema tensión que se vive en las capas altas de la élite, que tienen que encontrar, cueste lo que cueste, una solución para que Putin salga del poder, pero, al mismo tiempo, que se quede en su sitio. Sin embargo, existe un pequeño riesgo, porque sea quien sea el próximo presidente, siempre podrá destituir por decreto al primer ministro y las élites a las que me refería quieren eliminar este riesgo del todo. Pero el único método capaz de garantizarlo sería un cambio en la Constitución, y ello haría que la imagen de Putin en Occidente se desplomara.En Rusia no existe un método legítimo para la entrega del poder, y ése es el punto más vulnerable en la vida política. Es difícil entregar la herencia a tus hijos, ¿no? Igualmente, también resulta difícil entregar a alguien el poder. Este mecanismo no estaba bien acabado en el periodo soviético y ahora tampoco.P.- ¿Existe un resurgimiento del espionaje ruso en el exterior, como han denunciado los servicios secretos británicos a raíz del envenenamiento en Londres del ex agente Alexander Litvinenko?R.- Hay una tendencia general evidente de aumento de actividad del FSB [Servicio Federal de Seguridad, heredero del KGB]. Este tipo de asesinatos de rusos en el extranjero a los que el FSB decide matar se hace con un descaro y una impunidad sorprendentes. Ya pasó con Zelimjan Yandarbiev [ex presidente checheno asesinado en 2004] al que agentes especiales asesinaron en Qatar y luego fueron recibidos en Moscú con una alfombra roja junto a la escalerilla del avión, como si se tratara de héroes. Ahora pasa lo mismo con Andrei Lugovoi [el sospechoso de matar a Litvinenko, al que Moscú se niega a extraditar] que ha entrado en la lista del partido ultranacionalista de Vladimir Zhirinovski, fiel al Kremlin, lo que le ha hecho aumentar en popularidad. Moscú demuestra así que hace lo que quiere y lanza un desafío a Londres.P.- La caída de la URSS destruyó un sistema político, económico y cultural, pero los servicios secretos resistieron como médula del régimen...R.- Se puede decir así. Cuando Yeltsin llegó al poder, se produjo una desatención de los servicios especiales, que fueron apartados del papel rector del proceso de privatizacion. Hubo destituciones masivas y la gente de FSB empezó a dar cobertura al gran negocio y a los oligarcas. Pero después se restablecieron y ocuparon un papel rector en todos los asuntos.P.- El 11-S acercó a Rusia y a Occidente, pero ahora se habla del surgimiento de una nueva Guerra Fría. ¿Qué nos ha llevado a esta situación?R.- No se trata tanto de decisiones políticas como de una constante política de muchos siglos: la idea de Rusia sobre su misión en el mundo global, su deseo de jugar un rol mesiánico e imperial. Eso viene de tiempos remotos. Yo como historiador percibo este papel mesiánico como mínimo desde el siglo XVI, sin interrupción. Durante un tiempo, Moscú fue la Tercera Roma; en la era soviética, buscaba la victoria de la revolución mundial; y en la Guerra Fría, la idea de la paridad nuclear... Bajo todas estas formas fue visible un deseo de dominio mundial. Esta tradición es la más estable de Rusia, y no cambió. No en vano, en cuanto el país se ha rehecho un poco, vuelve a manifestarse.P.- ¿No es también una constante histórica la incomprensión mutua entre Rusia y Occidente?R.- Sí, también. Es una parte de este mismo problema. Pero más que desconfianza, yo diría que se trata de odio mezclado con envidia, con el deseo de copiar algo, de acercarse a lo que no tenemos. Este rechazo de Occidente se remonta a la Rusia de Kiev [siglos IX-XIII]. Para practicar la religión ortodoxa era necesario conocer los dogmas y la teología, por lo que había que saber latín, pero para los monjes esto era un suplicio y preferían ir al bosque, preparar la leña o beber. El latín no les gustaba y no lo ocultaban. Y este odio a lo latino se fue ampliando a todo lo occidental y después a lo extranjero. A ello se añade un complejo de inferioridad provinciano.P.- Algunos historiadores explican que la gran diferencia entre Rusia y Occidente se debe a que no hubo Renacimiento ruso...R.- No sólo nos perdimos el Renacimiento; también la Edad Antigua y la Edad Media. Lo principal es que en Rusia no se crearon ciertas categorías que llegaron durante esas etapas a Europa Occidental, en particular el Derecho. El Derecho como disciplina impartida llegó a Rusia en el siglo XIX, antes no hubo nada parecido. Y como en Rusia no existía el Derecho, la vida se regulaba por poniate [acuerdos o sobornos propios del mundo criminal] y no por normas jurídicas. Y aquí es cuando entra en vigor la corrupción.P.- ¿No hubo Edad Media en Rusia?R.- El sistema ruso donde el poder lo es todo y el pueblo no es nada duró cientos de años. En Europa occidental se establecieron durante la Edad Media relaciones según el acuerdo entre nobles, Iglesia y el Reino, entre la ciudad y el campo. Ahí tenemos el habeas corpus o la Carta Magna, que suponen la formación de consensos, de relaciones por acuerdo. Eso es un esquema de desarrollo completamente diferente que los rusos nunca conocimos. El esquema contrario es la dictadura, la violencia, el dominio, la ausencia del derecho. Y eso es a lo que siempre nos abocamos. Hoy tenemos un poder criminal en una sociedad criminalizada. La corrupción es la encarnación y la esencia de la política de Putin.P.- En el terreno militar, Rusia toma decisiones que en Occidente se perciben desafiantes, como el reciente diseño de una superbomba de vacío con nanotecnología. ¿Vamos a una nueva carrera de armamentos?R.- Se trata de la reconstrucción del poderío militar, una de las manifestaciones más fuertes de nuestra autoafirmación. Ante los ojos de la población rusa, uno de los criterios de legitimación del poder es la manifestación del poder militar. Y eso viene de tiempos remotos. La población soporta el poder porque éste tiene capacidad militar para atemorizar a todo el mundo. Sin eso surgiría un problema: ¿para qué necesitamos el poder? La economía soviética se basaba en la producción militar, y en la actualidad la reconstrucción y el renacimiento se asocia con el restablecimiento del poderío militar. Además, la exportación de armamento ocupa el segundo lugar como fuente de beneficios.Ahora Serguei Ivanov [viceprimer ministro y favorito para suceder a Putin] relata por televisión cómo construyen nuevos submarinos, portaaviones, etcétera. Han empezado a hablar sobre nanotecnologías, para cuyo desarrollo destinan sumas enormes, incomparables con ningún otro tipo de gastos, pero no dan ningún detalle y la población del país, como siempre, no está al tanto de lo que significa esto.P.- Occidente cree que Rusia usa el grifo del gas como arma política.R.- Sí, claro que lo utiliza. ¿Y qué otra cosa puede utilizar? No tenemos otra cosa. Pero el resultado es que hemos empeorado las relaciones con todos los vecinos de Europa y con las ex repúblicas de la URSS. Rusia querría comprar todas las redes para tener en sus manos hasta la llave de la cocina de cualquier lugar del continente. Pero en Europa esto lo vieron a tiempo y se expresaron en contra, especialmente Angela Merkel. Ahora me parece que el sueño de Rusia ya no es realizable.P.- ¿Puede estallar una revolución naranja como en Ucrania?R.- Me temo que no, porque esta etapa ya la pasamos en el 1989 cuando yo organizaba manifestaciones y mítines multitudinarios. Entonces el torrente del pueblo se derramó por las calles. Aquel fue el deseo sincero de mostrar que nosotros también podíamos ser los amos de nuestro propio destino. ¿Pero qué pasó? Algunos hablan del despertar de Rusia en los años 1989-91, pero yo pienso que no se produjo un despertar, sino la mera excitación de Rusia, que no se concretó en nada. El topo de la Historia excava a mucha profundidad y la esencia de los sucesos no era entonces el primer Congreso de los Diputados Populares, donde estaba Sajarov y yo intervenía... Las madrigueras se excavaban a mucha profundidad y era allí donde se producía, de hecho, el secuestro de la propiedad privada en forma de empresas, fábricas, ministerios, etcétera. Y todo lo que pasaba en la superficie, en las calles, quedó en un bonito recuerdo. En la revolución ucraniana ocurrió algo parecido.P.- ¿Cómo valora al ex campeón de ajedrez Garry Kasparov como líder opositor?R.- La oposición se da cuando existe la vida política, pero nosotros no sólo no tenemos oposición, sino que no tenemos siquiera vida política, sólo una imitación. Kasparov intenta agrupar los estados de ánimo de protesta, porque hoy no existe otro modo de expresarlos. Si entendemos las elecciones como una red de procedimientos -me refiero a la promoción de las candidaturas, a los espacios televisivos o al listón para validar comicios-, lo cierto es que en Rusia no existen verdaderas elecciones. Y no hay otro modo de protestar que trepando, en el sentido literal, para colgar carteles en algún puente. ¿Quiere protestar? Súbase a la pared. No hay otra opción.P.- ¿En qué estado se encuentra la libertad de expresión en Rusia?R.- Mire cuántos casos se dan de persecución y asesinato de periodistas, y ahora se han aprobado leyes que permiten escuchas telefónicas [para sospechosos de extremismo]. Por no hablar de los procesos penales que han comenzado contra los responsables de algunas publicaciones. Hemos cruzado una línea y hemos vuelto a la época soviética en el sentido de la construcción de una ideología determinada. Lo principal es reducir a todos a un común denominador en relación a esta ideología. No se puede criticar al poder, porque si lo haces, te persiguen penalmente o te matan. El poder ha tomado completamente bajo su control la televisión, la edición de libros, y ahora los restos de periódicos, para que la ideología sea total.P.- En un nuevo manual de Historia para maestros, patrocinado por el Kremlin, se percibe un deseo de terminar con la visión negativa del país. ¿Forma parte de la construcción de esta nueva ideología?R.- La Administración del presidente Putin se dedicada a escribir este manual. Parece como si al poder le pareciera que la nueva Rusia ya es un hecho. El país que estaba de rodillas, ahora se pone de pie y se presenta como una superpotencia. Y ahora lo importante no es sólo que el poder vea así las cosas, sino que las vea la población. Y para eso necesita la ideología. En la ideología es muy importante tomar el pasado en sus manos, es decir, tomar la Historia. Por eso quien posee el pasado, gobierna.P.- ¿Qué tiene que pasar para que cambie la situación en Rusia?R.- Que bajen los precios del petróleo. No veo otra posibilidad. Si el Estado sigue acumulando superganancias, la posibilidad de comprar a la población con cantidades miserables va a continuar. Nos hemos desviado tanto del camino hacia la democracia que ahora no es fácil regresar a él.  "Dudo que exista el alma rusa, es un mito que creó la literatura"¿Cómo vive tras haber dejado la universidad?, ¿cuáles son sus hobbies?- Vivo bien. Escribo libros y me dedico al tallado de madera. Hace tiempo me hice una dacha [casa de campo tradicional] de madera. Todo en estilo ruso, en Ostaskovo, no lejos de Moscú. Está decorada por dentro y por fuera. También me invitan mucho a conferencias y foros en el extranjero.¿No se plantea vover a la política?- No. Como alguien que tiene a sus espaldas una experiencia enorme, lamentablemente he comenzado a ver las cosas tan claras, que no le veo sentido a ninguna acción política. Cuando bastan cinco votantes para validar unas elecciones, es inútil esperar nada. Participar en las elecciones no sirve ahora para nada.¿En qué época histórica querría vivir?- Yo vivo aquí y en este tiempo. Dios me dio la posibilidad de vivir ahora y no sueño con ninguna otra posibilidad. Pero tal vez me habría gustado vivir en el siglo XVIII...¿Cree que hoy en día existe el alma rusa tal y como la dibujaron los clásicos, siempre atribulada y meditabunda?- ¿Sabe?, tengo muchas dudas de que existiera algo parecido, incluso cuando se escribía sobre ello. Pienso que la literatura rusa creó el mito, el gran mito sobre el alma rusa. Y con tanto éxito que todo el mundo lo leyó. Se utilizó la literatura como método de sublimación; es decir, para escribir sobre aquello que escaseaba en la vida. Y de ahí proviene toda la espiritualidad y ese humanitarismo ruso y lo demás. Siempre se sueña en mayor medida con lo que no hay.¿Es usted religioso?- No soy practicante. No visito la iglesia, pero estoy bautizado. Por mi estado de ánimo, me considero agnóstico.Tiene aquí una piel de lobo. ¿Le gusta la caza?- Eso es un lobo polar de Krasnoyarsk (Siberia), donde trabajé nueve años. Es un regalo. Yo cazaba sólo aves acuáticas.Toda su vida sueña con crear un modelo universitario humanista. ¿Puede resumir su filosofía?- Este modelo forma a la personas, lo educa. No pone en él conocimientos, sino que forma al mismo hombre. A esta etapa de desarrollo de la humanidad, la de las tecnologías informativas, debe corresponder otro método de educación del hombre, no saturándolo de conocimientos, si no desarrollando sus capacidades creativas.¿Cuándo y por qué salió de la política?- Yo nunca fui un político-funcionario. Nunca cobraba por la actividad política. Ahora los diputados cobran muy bien. Dejé de ser diputado de la Federacion Rusa al llegar a la conclusión de que no tenían perspectiva las causas que defendía, así que preferí no seguir adelante. En general, la fortuna nunca me sonreía.  LA CUESTION- ¿Cómo aprovecha Rusia las enormes ganancias por la exportación de petróleo y gas?- Rusia se ha transformado en un Estado-corporacion. Si en la era de Yeltsin era un Estado oligárquico, hoy es un típico Estado-corporación que antepone los beneficios económicos a los intereses nacionales. Basta mirar lo que hacen Gazprom u otros monopolios de recursos naturales, o cómo se repartieron a la petrolera Yukos. El Estado-nación tiene un componente social muy fuerte: está obligado a preocuparse de su población si quiere ganar elecciones; sin embargo, en Rusia este componente social se reduce al mínimo, porque no hacen falta elecciones. La población es algo innecesario y ajeno, una carga. Gracias a los petrodólares ha aumentado la capa de grasa que el poder usa como almohada, como reserva de limosnas, y si la presión de la caldera social llega al límite, lanzarán un poco a la muchedumbre furiosa para que no proteste. Eso es posible, porque no hay estructuras de la sociedad civil. El cinismo y la negligencia son la norma de este Estado-corporación.

http://www.elmundo.es/papel/2007/10/20/opinion/2237726.html

20.10.2007

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